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martes, 13 de septiembre de 2011

Historia de la Iglesia: La Iglesia en libertad

Capítulo 4: LA IGLESIA EN LIBERTAD.

FIN DE LAS PERSECUCIONES.


Cuando Constantino venció a Majencio en la Batalla del Puente Milvio (312) y quedó como único emperador de Occidente, atribuyó esta victoria a la ayuda de Cristo, en quien creía su madre (santa Elena).

En el año 313, con Licinio -emperador de Oriente-, promulgó el Edicto de Milán, con el que se concedía libertad religiosa a los cristianos. Constantino, sin embargo, no recibió el Bautismo hasta el año 337, poco antes de morir.

Desde entonces, con el breve paréntesis de Juliano el Apóstata (359-361), todos los emperadores romanos fueron fieles al cristianismo.


RELIGIÓN OFICIAL DEL IMPERIO.

Queremos que todos los pueblos situados bajo la dulce autoridad de nuestra clemencia vivan en la fe que el santo apóstol Pedro transmitió a los romanos, que se ha predicado hasta hoy como la predicó él mismo y que siguen como todos saben el pontífice Dámaso y el obispo Pedro de Alejandría... Decretamos que sólo tendrán derecho de decirse cristianos católicos los que se sometan a esta ley y que todos los demás son locos e insensatos sobre los que pesa la herejía. Serán objeto en primer lugar de la venganza divina, para ser luego castigados por nosotros, según la decisión que nos ha inspirado el cielo”.
(EMPERADOR TEODOSIO: Edicto de Tesalónica, año 380)

De esta manera el Cristianismo se convertía en la religión oficial del Imperio Romano. Aumentó el número de cristianos (al terminar las persecuciones había 6 ó 7 millones de cristianos, de los 50 millones de habitantes del Imperio), pero se perdió mucho en autenticidad, porque muchos lo eran por interés social o moda.

Los dirigentes del Imperio perseguían ahora a los paganos, las autoridades eclesiásticas se dejaban manipular y aparecían demasiado ligadas al poder político. Esto dio lugar a la confusión entre la Iglesia y el Estado: la “teocracia” (intervención de la jerarquía eclesiástica en los asuntos del Estado) y el “cesaropapismo” (intervención abusiva del emperador en los asuntos de la Iglesia).


Aunque se debilitó la vida cristiana, por otro lado, se cristianizó la vida del Imperio. Las leyes se modificaron, impregnándose del sentido cristiano de la justicia y del respeto a todos y a los más débiles. Se suprimieron las crucifixiones y las luchas de gladiadores, mejoraron las condiciones de vida de los presos y esclavos, se prohibió la venta de niños y su abandono, el concubinato, etc.


LA VIDA DE LA IGLESIA.

Hay varios aspectos del desarrollo del cristianismo que se pueden destacar en estos años (313-476), hasta que cayó el Imperio Romano de Occidente:

- Los fieles cristianos extendieron la fe, evangelizando las zonas rurales y toda la cultura grecorromana.

- En la organización eclesiástica se consolidó el papel y las funciones del obispo y de los presbíteros. Se estructuraron los Patriarcados de Roma, Constantinopla, Alejandría y Jerusalén, y la primacía de Roma.

- Se estructuró la celebración litúrgica de los sacramentos (sobre todo bautismo, confirmación, eucaristía y penitencia). Se organizó el año litúrgico alrededor de la Pascua, la Navidad y las fiestas de los mártires y santos.

- Aparecieron los primeros monjes: hombres que se retiraban al desierto para vivir el Evangelio en oración, trabajo y penitencia. Los eremitas o anacoretas vivían solos (san Pablo de Tebas, san Antonio) y los cenobitas vivían en comunidad (san Pacomio, san Basilio).

- También hubo elementos negativos para la vida de la Iglesia, como la “teocracia” (intervención desmedida de la jerarquía eclesiástica en los asuntos del Imperio) y el “cesaropapismo” (intervención abusiva del emperador en los asuntos de la Iglesia).
Esto llevó a que la Iglesia aparentara ser una institución de riqueza y poderío, cosa que lamentaban los santos como san Juan Crisóstomo o san Ambrosio, que llegará a decir que “los emperadores nos ayudaban más cuando nos perseguían que ahora que nos protegen”.

A pesar del pecado de los hombres, de las presiones , de los intereses políticos de los emperadores, etc., la Iglesia en esta época continúa dando abundantes frutos de santidad, porque siempre es el Espíritu Santo el que la conduce.

LAS HEREJÍAS Y LOS PRIMEROS CONCILIOS.

El deseo de explicar los misterios de la fe cristiana de manera comprensible para los que tenían una cultura grecorromana llevó a algunos a proponer explicaciones erróneas, es decir herejías.

Las herejías nacieron de la buena intención de explicar la fe en que Cristo es Dios y hombre verdadero, pero cometieron errores. Para aclarar estas cuestiones de fe se convocaron Concilios Ecuménicos, que eran reuniones de obispos para estudiar la doctrina de la Iglesia y definir la fe.


PRINCIPALES HEREJÍAS Y CONCILIOS ECUMÉNICOS:

  • ARRIANISMO: Arrio, sacerdote de Alejandría afirmaba que Jesús no era verdadero Dios, sino que había sido creado, y por tanto era inferior al Padre.
  • CONCILIO DE NICEA (año 325): Afirmó que Cristo es Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre. Presidió este concilio el obispo de Córdoba, Osio.
  • CONCILIO DE CONSTANTINOPLA I (año 381): Presidió san Gregorio Nacianceno. Se reafirmó lo enseñado por Nicea, añadiendo una afirmación sobre la divinidad del Espíritu Santo. El arrianismo fue desapareciendo, aunque se mantuvo entre los visigodos.
  • NESTORIANISMO: Nestorio, patriarca de Constantinopla, enseñaba que en Jesucristo había dos personas, la divina y la humana. Y María era madre de la persona humana, no la madre de Dios.
  • CONCILIO DE ÉFESO (año 431): Este concilio enseñó que Jesús es una sola persona divina, con dos naturalezas, y por tanto, María es madre de la única Persona de Cristo, es Madre de Dios.
  • MONOFISISMO: Eutiques, monje de Constantinopla, decía que Jesús sólo tenía una naturaleza, la divina, y no era verdadero hombre.
  • CONCILIO DE CALCEDONIA (año 451): Se confirmó la fe de Nicea y Constantinopla, recordando que Jesucristo es la 2ª Persona Divina de la Trinidad, que tiene dos naturalezas (divina y humana).

LOS PADRES DE LA IGLESIA.

En la vida de la Iglesia en estos primeros siglos (hasta el s. V), destacaron los “Santos Padres”, llamados así por su fidelidad a la Iglesia, su santidad de vida y su enseñanza sobre la fe cristiana.

Padres de la Iglesia griega:

  • San Atanasio: patriarca de Alejandría, que replicó a Arrio. Fue desterrado varias veces por emperadores partidarios de Arrio, y luchó por la libertad de la Iglesia.
  • San Basilio: Junto a san Gregorio Nacianceno afirmó la divinidad del Espíritu Santo. Defendió y ayudó a los más pobres, e impulsó la vida de los monjes.
  • San Gregorio de Nisa: destaca por sus obras explicando los textos de la Biblia.
  • San Juan Crisóstomo: llamado “boca de oro” por sus predicaciones. Reformador de la vida cristiana, vivía y fomentaba la austeridad, y criticaba el lujo y los vicios de la corte, por lo que fue condenado al destierro, donde murió.
Padres de la Iglesia latina:

  • San Ambrosio: gobernador convertido al cristianismo, y elegido obispo de Milán por el pueblo. Defendió a los pobres e hizo frente a los abusos de las autoridades de imperiales, incluido el emperador Teodosio.
  • San Jerónimo: Experto en la Biblia, la tradujo al latín (“Vulgata”), y fundó diversas comunidades de monjas y monjes en Belén.
  • San Agustín: Después de una juventud perdida, se convirtió al cristianismo y llegó a ser obispo de Hipona (África). Destacan sus obras de filosofía y teología.


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