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martes, 1 de noviembre de 2011

Todos los Santos, según Benedicto XVI

Los Santos (Benedicto XVI, Alemania, 2011)



“La presencia de Dios se manifiesta siempre de modo particularmente claro en los santos. Su testimonio de fe puede darnos también hoy la fuerza para un nuevo despertar.” (Benedicto XVI, Homilía, Catedral de Erfurt, 24 de septiembre 2011)


“Los santos nos muestran ante todo que es posible y bueno vivir en relación con Dios y vivir esta relación de modo radical, ponerlo en primer lugar y no relegarle solamente a un ángulo cualquiera. Los santos nos muestran de manera evidente que Dios ha sido el primero que se ha dirigido a nosotros.” (Benedicto XVI, Homilía, Catedral de Erfurt, 24 de septiembre 2011)


“Cristo sale a nuestro encuentro también hoy, habla a cada uno, e invita a cada uno de nosotros a escucharlo, a aprender a comprenderlo y a seguirlo. Los santos han tomado en serio esta invitación y esta posibilidad, han reconocido al Dios concreto, lo han visto y escuchado; han ido a su encuentro y han caminado con Él; se han dejado contagiar por Él, por decirlo así, y se han orientado hacia Él desde lo íntimo de su ser – en el continuo diálogo de la oración –, y de Él han recibido la luz que abre a la vida verdadera. (Benedicto XVI, Homilía, Catedral de Erfurt, 24 de septiembre 2011)


“… el apóstol san Pablo, se atreve a llamar “santos” en muchas de sus cartas a sus contemporáneos, los miembros de las comunidades locales. Con ello, se subraya que todo bautizado es santificado por Dios, incluso antes de poder hacer obras buenas. En el Bautismo, el Señor enciende por decirlo así una luz en nuestra vida, una luz que el catecismo llama la gracia santificante. Quien conserva dicha luz, quien vive en la gracia, es santo” (Benedicto XVI, Vigilia de oración, Friburgo, 24 de septiembre, 2011).


“Queridos amigos, muchas veces se ha caricaturizado la imagen de los santos y se los ha presentado de modo deformado, como si ser santos significase estar fuera de la realidad, ingenuos y sin alegría. A menudo, se piensa que un santo es sólo aquel que hace obras ascéticas y morales de altísimo nivel y que precisamente por ello se puede venerar, pero nunca imitar en la propia vida. Qué equivocada y decepcionante es esta opinión. No existe ningún santo, salvo la bienaventurada Virgen María, que no haya conocido el pecado y que nunca haya caído. Queridos amigos, Cristo no se interesa tanto por las veces que flaqueamos o caemos en la vida, sino por las veces que nosotros, con su ayuda, nos levantamos. No exige acciones extraordinarias, pero quiere que su luz brille en vosotros. No os llama porque sois buenos y perfectos, sino porque Él es bueno y quiere haceros amigos suyos. Sí, vosotros sois la luz del mundo, porque Jesús es vuestra luz. Vosotros sois cristianos, no porque hacéis cosas especiales y extraordinarias, sino porque Él, Cristo, es vuestra, nuestra vida. Vosotros sois santos, nosotros somos santos, si dejamos que su gracia actúe en nosotros”. (Benedicto XVI, Vigilia de oración, Friburgo, 24 de septiembre, 2011).

“No es la autorrealización, el querer poseer y construirse a sí mismo, lo que lleva a la persona a su verdadero desarrollo, un aspecto que hoy se propone como modelo de la vida moderna, pero que fácilmente se convierte en una forma de egoísmo refinado. Es más bien la actitud del don de sí, la renuncia a sí mismo, lo que orienta hacia el corazón de María, y con ello hacia el corazón de Cristo, así como hacia el prójimo; y sólo en este modo hace que nos encontremos con nosotros mismos”. (Benedicto XVI, Vísperas, Etzelsbach, 23 de septiembre, 20111).


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